DESCUBRIMIENTO PLACA
FRANCISCO PRACÁNICO
Por Rubén Fiorentino
No se acallaron aún los ecos de la repercusión que alcanzó el
merecido reconocimiento a Francisco Pracánico que efectuó el Centro Cultural
del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente a la Academia Nacional del Tango,
cuando hago el alto necesario para escribir esta crónica.
Pasadas algunas horas de producido se alcanza a visualizar la
magnitud del hecho gestado. Todo fue brillante en la jornada de la víspera en
que el homenajeado hubiese cumplido su centésimo décimo sexto aniversario de
natalicio. Ya desde antes de que se colocara el testimonio cerámico había gente
rondando el lugar ansiosa por participar en la recordación de tan ilustre
vecino. Las autoridades municipales disponían con tiempo a las personas que le
iban a poner sonido a la reunión y los responsables del Bingo King se esmeraban
por allanarnos cualquier dificultad con la que nos pudiésemos tropezar. Adriana
Pracánico, nieta del notable músico, a quien conocí precisamente en el acto, me
hacía saber de la adhesión de Asociación Indígena de la República Argentina y
de la Asociación cura Brochero de Pergamino. También de a poco iba reconociendo
caras amigas como la de Pochy, la que fuera hasta el final de sus días
compañera del querido Tití Quiroz y de Raúl Iglesias, actual presidente de la
Casa del Tango de San Fernando.
Se arrimaban también cantantes amigos como Héctor Moyano con
quien tuve el placer de colocar la placa, Esther Alí y Marta Guarneri, difusores
de FM La Barca de San Fernando, Eugenio Isabella, máximo responsable del Bingo
y un nutrido grupo de viejos vecinos que querían participar de esta fiesta. Aún
me estaban faltando los representantes sanisidrenses que quizá permanecían
marchando con el santo patrono en la anual procesión por las calles lugareñas, hecho
que luego me certificaran, pero de cualquier manera la fiesta sin prisa pero
sin pausa se iba armando.
En tanto, en una habitación que dispuso el Sr. Montaner,
representante del Bingo King, Carlos Rubén Salazar y Rubén “Pocho” Villegas
desgranaban notas de sus instrumentos para el necesario ensayo de Horacio del
Solar y Edmundo “Muni” Rivero. Ya sabíamos por entonces que por imprevistos de
último momento no se haría presente la Sra. Nelly Vázquez.
Ya cuando la tarde se hacía noche dimos comienzo al fin al
acto con la presencia ya de Mario Calónico de la Sociedad Italiana de Socorros
Mutuos y Cultural “Dante Alighieri” de San Isidro, Eduardo Willis del “Club los
Abuelos de Beccar”, el doctor Carlos Arena de la Asociación “Hijos y Amigos de
San Isidro” y el resto de los nuestros, Laureano Castaño, Elsa Tablado, Ricardo
Demelli y Graciela Willis que tanto habían bregado para concretar el homenaje. Me
tocó abrir la reunión con los agradecimientos de rigor para justificar luego el
porqué y el sitio donde se realizaba el acto. Destaqué, además, que nos movía
el excluyente deseo de instalar para los tiempos en la memoria colectiva un
hombre que traspuso largamente las fronteras del barrio hasta convertirse en
uno de los referentes de esta música nuestra, hoy patrimonio cultural
intangible de la humanidad. Aproveché
para mencionar a las nuevas generaciones que quizá no lo conocieron ni aún por
referencias se enteraran que allí había dado sus primeros pasos artísticos un
vecino del cual podían sentirse plenamente orgullosos.
Cedí luego el micrófono al vecino e historiador Nazareno
Scialpini de destacada labor en diversas Organizaciones No Gubernamentales
sanfernandinas y autor de la Historia del Club Atlético Tigre. Nazareno se
explayó en momentos destacados de la vida y la obra del homenajeado que los
presentes disfrutaron con placer. Concluida la disertación invité a cada uno de
los representantes de las entidades presente a tirar de la cinta con los
colores patrios cosida al lienzo que ocultaba aún el contenido de la placa.
Con la emoción del momento y las fotos de rigor que
lo perpetuarían llegó el instante de cederle la palabra a Jorge Ignacio,
párroco del lugar que procedió a la bendición de la misma y luego si en plena
vereda de Madero comenzó un mini show artístico donde no faltó la ejecución, el
canto e incluso el baile.
Anuncié a quienes serían protagonistas desde ese instante y
hasta el final del acto para ceder luego la ilustración del recital a Héctor Moyano
que con oficio puso al tanto de la concurrencia de las páginas que se iban
interpretando, autores y ritmo musical al que pertenecían las mismas.
Comenzaron Salazar y Villegas con un instrumental, Sombras, para seguir ambos
músicos acompañando al cantor Horacio del Solar en Mentira.
Iba a dar por finalizada su actuación el cantor mencionado
pero los pedidos del público lo obligaron a dos temas más. Claro no fueron de
Pracánico como era de desear pero sí los de su repertorio y el soberano manda y
el artista cumple: Farolito de papel y El conventillo surgieron de su garganta
para provocar los fuertes aplausos de despedida que le tributaron. En la última
de las páginas citadas unos experimentados bailarines que estaban presentes
entre la concurrencia le pusieron la nota coreográfica a la jornada.
Respecto a las interpretaciones, a Edmundo “Muni” Rivero le
pasó lo mismo que a Del Solar. Preparó y
nos regaló en gran estilo Corrientes y Esmeralda pero después, a pedido, debió
hacer ese compendio del lunfardo que es El ciruja.
Con él concluía este justiciero homenaje que se prolongó un
poco más con el vino de honor que nos ofrecieron a familiares y organizadores
los dueños de casa. Un acto institucional que nos dejó plenos de alegría por
los resultados obtenidos y por la recordación a este vecino del cual los
sanfernandinos no pueden sentir otra cosa que no sea orgullo.
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