Crónica
Crónica por Rubén Fiorentino
Singularmente hermosa resultó la jornada de ayer en el Teatro
“Del Viejo Concejo”. A priori estábamos convencidos que habíamos reunido un
elenco de jerarquía para hacer frente a la exigencia que el día ameritaba, pero
jamás imaginábamos las emociones que viviríamos en la celebración de nuestro
décimo octavo aniversario.
El reencuentro con los que recorrimos los primeros pasos, que
derivaron en la fundación de la entidad que tanto queremos, casos de Roberto
Rolón, Rafael Zarlenga y Mario Sejas, que no quisieron perder la ocasión de
celebrar con nosotros, algunos de los que perduramos en la gestión y con los
que se fueron incorporando con el devenir del tiempo.
Aunque no todas fueron rosas en la “cocina” de este evento.
En las últimas horas de la víspera de su realización, el maestro Lucho Repeto,
que debía poner marco musical al espectáculo, desertó por problemas de salud y
hubo que salir presurosamente a quien lo pudiera reemplazar, a horas de
consumarse el acto institucional. Felizmente el maestro Tito Ferrari nos
confirmó que podía venir con su trío y esa parte estaba cubierta.
También nos enteramos que frente mismo al recinto donde
debíamos llevar adelante el acto, la Biblioteca Popular Juan Martín de Pueyrredón,
se estaba llevando a cabo la Feria del Libro de San Isidro y el propio primer
mandatario municipal presentaría una obra suya.
Por supuesto que eso presagiaba merma de asistentes y la
dificultad que pudiésemos proyectar imágenes de aquella presentación en
sociedad producida el 27 de Marzo de 1998.
Al cabo esto último fue lo único que no se cumplió, poder
revivir aquellos momentos inolvidables del cine teatro Stella Maris donde
dijimos…"¡Aquí estamos!" a la comunidad tanguera de esta parte del conurbano
bonaerense.
Como de costumbre el tango emblema “De Academia” fue el que
anunció la apertura del acto. Jorge Gatti daba la bienvenida en nombre
del Centro Cultural para cederme el micrófono después, para que de alguna
manera narrara, a grandes rasgos, detalles de la reunión constitutiva que
derivaría en la fundación de la entidad cumpleañera. No me agrada hacer nombres
porque siempre se presenta el riesgo de omitir involuntariamente algunos pero creía
necesario recordar a los que ya no están como Roberto Peregrino Salcedo, Atilio
Spadaro, Claudio Ledesma, Margarita Aybar. No mencioné a Guillermo Jodar y
Jorge Fernández que aunque no pertenecieron al cuadro de la hora inicial los
llevamos siempre en nuestros corazones.
Después del siempre necesario prólogo, comenzaron a sonar los
primeros compases de Organito de la tarde que partían de los instrumentos del
Trío Tito Ferrari que fueron largamente ovacionados.
El turno de los intérpretes lo inauguró Alejandra Palermo a
quien muchos reconocieron por su reciente incursión en la pantalla chica. Con
la solvencia y jerarquía de siempre nos obsequió temas como De mi barrio,
Desencuentro y La última curda.
Cuando el bis era largamente pedido Alejandra solicitó hacer
a dúo con Luis Caroprese, a la sazón quien debía sucederla sobre el escenario,
en el tema Baldosa floja. La culminación, a pesar de los manifiestos problemas
con el audio que adolecía la sala, resultó apoteótico. Vítores y manos
enrojecidas fueron el saldo de tamaña entrega.
En tanto la dama partía para cumplir con otros compromisos,
Luis selló su impronta con Tinta roja, La última, Rondando tu esquina y Toda mi
vida.
Como suele suceder en los últimos tiempos, llegaba el turno de
presentar a los invitados a sumarse al espectáculo, en este caso el coro del
colegio de Abogados de San Isidro que dio cuenta de toda su capacidad
interpretando obras en ruso, inglés y castellano que sirvieron para apreciar lo
mucho que debieron haber bregado para lograr tal ensamble de voces y tanta
armonía.
Una instancia singular en cada cumpleaños es la designación
de Socios de Honor. En este caso y por partida doble les correspondió a ellas.
En primer término a María José Mentana, que emocionada hasta las lágrimas
agradeció la distinción que le estábamos otorgando de manos de Héctor Ricardo
Demelli, nuestro tesorero. Más tarde, después de la actuación de Beatriz Lara,
que nos deleitó en páginas como Nada, Como dos extraños, La canción de Buenos
Aires y Garufa, recibiría el pergamino enmarcado, el carnet acreditante y el
pin de solapa con el logotipo de la entidad Graciela Raffa. La locutora, dueña
de una característica simpatía se declaró porteña, de Villa Devoto. Confesó
haber vivido brevemente en Villa Real para afincarse en Villa Adelina desde los
tiempos en que la mayoría de sus calles era de tierra y cuando no había gas
natural ni cloacas. Héctor Sixto Moyano fue quien le hizo entrega, en nombre de
nuestra entidad, de los elementos antes mencionados.
En este momento de la noche nos felicitábamos porque
además de haber reunido un elenco de tal jerarquía y haber convocado a dos
referentes del tango de nuestros días para designarlas Socias de Honor
compartíamos la sala con representantes de la Asociación “Hijos y Amigos de San
Isidro”, SADE Zona Norte, Círculo de Poetas de Boulogne, Asociación Gardeliana,
Colegio de Abogados de San Isidro, San Isidro Automóvil Club, Sociedad Italiana
de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri”, “Las Perlas del Tango”, las
autoridades comunales representadas por Teresita Capparelli, artistas como los
bailarines Carlos y Beatriz Amarillo, los cantantes Héctor Moyano y Bety País,
socios fundadores del Centro Cultural y seguramente algunos otros que no pude
individualizar.
Sabiendo ya que no se proyectarían las imágenes de aquel
tiempo pretérito, el final estaba a la vista. El trío Tito Ferrari volvía a
ocupar nuevamente el centro de la escena para regalarnos Quejas de bandoneón y
Desde el alma, cerrando con ello su actuación, para dar paso a Roberto Chaleán,
que acompañándose de pistas, recreó un final brillante que inició con Tinta
roja, continuó con Tu pálida voz, Contame una historia y Cuestión de ganas,
para darle epílogo a su actuación con Gricel.
Muestra acabada de calidad interpretativa de nuestro Socio de
Honor que desmintiendo al almanaque nos entregaba la frescura de una voz cálida
y afinada que resultaba todo un placer al oído.
Con buena parte de la actual Comisión Directiva sobre el
escenario y algunos socios fundadores como Rafael Zarlenga que hizo público su
pedido a las autoridades locales de un espacio físico para la institución, se
nos iba una noche distinta, única, inolvidable, mágica…
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