En el día de ayer,
cuando el “de la zurda” cobró una biaba por doblete, este invento de los
“potiem” que corren que es el Facebook, que casi invariablemente te encurdela
de malas nuevas, ortivaba por un lado que en Villa Constitución, lugar donde
desarrolló una fenomenal tarea, finaba Sergio Chiarotti y en la “Reina del
Plata” hacía lo propio Héctor Negro, un bardo polenta que, entre otras cosas
grosas nos desasnaba la sesera con su “Teoría sobre Gardel” o se ponía sobre la
testa el pañuelo de cinco nudos y nos
batía futboleramente “Desde el tablón”.
Ya me daba mala espina
la salud del émulo del “negro Cele” porque unos días antes, una mina bien
intencionada, pero nefastamente yeta, nos pedía a todos una oración por él.
Se rajaron los dos y
nos duele. Para hacerla más suave algunos baten que partieron de gira, otros
que pasaron a otro mundo, “si es que hay otro mundo pa´ los que se piantan”
como acusaba Julián. Lo cierto es que el tango todo llora sus pérdidas.
Uno un soldado
inclaudicable de su causa que laburó incansablemente por rejuntar en una
asociación a todas las entidades de tango desparramadas a lo largo y a lo ancho
de la patria. El otro un poeta con mayúsculas, Socio de Honor del Centro Cultural
del Tango Zona Norte y recurrente jurado de sus anuales certámenes literarios,
yugo que realizaba desinteresadamente, sumando su “granito de arena” a este
porfiado berretín de unos “locos visionarios”.
Sin verso, además de
sus mentas largamente reconocidas, eran también dos buenos tipos, de esos que
querés sumar siempre a tu lista de “gomías”. Se fueron pero no será al cuete su
paso por este mundo si los que quedamos nos animamos a levantar sus banderas y
continuar la senda trazada.
La iniciativa hermanarnos
todos los que representamos a entidades relacionadas al “gotan” debe prender y
hacerse carne en nosotros. Si todos yugamos en el mismo rumbo para que tirar
separados del carro.
En cuanto al ilustre
señor del verso, la cosa resulta más peliaguda. Bochos como ese no surgen de la
mañana a la noche pero está en nosotros estimular a quienes se animen a
escribir de un Buenos Aires de hoy, con nuevos puntos que describir, chamuyando
en forma poética ese acontecer cotidiano que acaso amarroca toda la belleza de
las cosas simples.
Entonces, los difusores
de tango, los puntos que organizan espectáculos, quienes editan brolis y otros
frates por el estilo, préstenle la oreja a tanto pichón de los Homero y Cátulo
que seguro yiran por ahí y háganle el espacio para que nos regalen esa versión
nueva, que seguro no va a revitalizar y acercar a las nuevas generaciones de
compatriotas.
Si así no lo hiciéramos
que Carlitos y el gotan nos lo demanden…
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