lunes, 19 de diciembre de 2016

El primer premio en Cuento es para...

El Milonguero

Cuando  escuché en la radio que habían matado  al “ñato”,  sentí  un escalofrío.  Lo habían encontrado en la calle con dos puñaladas en la espalda.  Ayer no más habíamos estado bailando  en el Sin Rumbo.   El “ñato” era uno de los más renombrados  milongueros  de Buenos Aires. Tenía linda pinta y caminaba el tango con un paso  suave y cadencioso  que lo caracterizaba.   Contaba con veintiocho años.  Dos más que yo.   Éramos como hermanos.
El vivía en Retiro y yo en Villa Urquiza, pero siempre nos poníamos de acuerdo para aparecernos  los sábados a la misma milonga.  El “ñato” era cosa seria, sí señor.  Me acuerdo que hace cosa de una semana  me encontraba mateando en la pieza y como de costumbre escuchando la  Mitre, cuando pusieron “Noche de Reyes” por Canaro en tiempo de canyengue.   No pude aguantarme.  Me levanté de la silla  y me puse a bailar solo.  De pronto en  una  espontánea cortada, me salió un paso inesperado que  encajaba justo.  Lo volví a repetir hasta memorizarlo bien.  Ahora tenía que ver la manera  de cómo indicarle a la mujer.  Me cebé otro mate y salí.  Crucé el patio y le fui a golpear la  puerta a la Felicia.
 Esta era una veterana que en sus tiempos, supo ser  una   milonguera  flor  y  que me había enseñado mucho.  Vivía en la pieza tres.  Me recibió con el mate en la mano y  los  rulos de papel  en el pelo.
            __Hola Rodolfo. ¿En que andás?
            __Che Felicia, ¿Estás muy ocupada?   Se me ocurrió un paso nuevo y quería ensayarlo contigo.
            __Bueno, pasá.  Esperate un momento que termine de planchar esta camisa.
 Un rato después, nos encontrábamos los dos practicando el consabido paso.
__¿Sabes que está bueno?  __Me dijo cuando terminamos._.pero acordate de  hacerle la  presión con la mano derecha,  así la obligás a cruzar.
            __Gracias Felicia,__le dije dándole un abrazo, __estoy deseando que llegue el sábado  para estrenarlo.
            __Que tengas suerte.  ¿No tenés un cigarrillo?
            __Tomá__ Le dije alcanzándole una cajilla que tenía unos cinco o seis. quedátela que yo tengo una sin empezar.
Al  fin llegó el sábado.   A las diez de la noche ya estábamos el  “ñato”  y yo como fierro en   un  rincón  del  salón,  campaneando el ambiente.   El  fue  el  primero  en  salir.   
Me  quedé  un  rato   mirándolo.   La verdad es que era un dandy  en la pista.   Yo ya  le había puesto  el ojo  a  una morocha  que bailaba lindo, así que  en cuanto quedó libre le cabecié y  ahí  nomás  arrancamos.   Estaba  un poco nervioso por el pasito ese.  Tenía miedo de que no me saliera y fuera a hacer un papelón.   Dejé pasar la primera   pieza, pero en la segunda, ya  me  encontraba más confiado,  así que lo metí nomás.   Me salió como ensalivado,  y   la mina ni pestañeó siquiera.   Y así fue. En cada tango lo metí un par de veces como si tal cosa. 
Al otro día lo comenté con la Felicia.
            __¿Viste? __ me dijo sonriendo, si vos bailás un montón Rodolfo.  El “ñato” lo que tiene, es un poco más alto y tiene  una elegancia natural,  pero en lo demás,  no te lleva ninguna ventaja.
            __No me jorobes, Felicia.
            __No te estoy jorobando, vos no tenés nada que envidiarle a él.
            __Si vos lo decís.
El siguiente sábado,  nos encontramos en la milonga y como teníamos costumbre, pedimos unas cervezas y nos pusimos a relojear el ambiente.   Al cabo de un rato sonó Tanturi y el “ñato” me tocó con el codo y salió derechito a abrazarse  con una mina.  Yo me puse a  observarlo.  ¡Que clase, compañero!    ¿Cómo  se  le  ocurría  a  la  Felicia   decir  que  yo bailaba  como él?.   Entonces, abrí los ojos sorprendido.  Este bandido  se  estaba  luciendo con mi paso.  ¡ Y que bien que le salía!   Encima lo completaba con una cortadita de mi flor que  era de  morirse.  Eran las dos de la madrugada cuando dejamos el salón.  Caminamos
hasta la esquina y ahí  nos despedimos.   Del paso, ni una palabra.   La radio estaba diciendo que  la  Policía  estaba  buscando  el  arma  homicida.   Si  dragan  el  río  puede  ser  que la encuentren.   Perdonáme  hermano, pero el paso era mío.




Walter Acosta(Melbourne, Australia)

1 comentario:

Mirta dijo...

Me encantó el cuento ganador!!!! Me saco el sombrero ante el remate inesperado y muy bien contado!!!!

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