Crónica por Rubén
Fiorentino
En nombre de los dueños de casa dio la
bienvenida María de las Mercedes Álvares Sevillano que se explayó,
fundamentalmente, en puntualizar el tratamiento que debíamos tener en la vía
pública quienes no padecíamos la ceguera o disminución visual con los que sí
sufrían de ella. Inmediatamente de
producida su esclarecedora alocución me cedió el uso de la palabra para que
oficialmente diera comienzo al acto.
El Centro Cultural del Tango Zona Norte,
Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango, próximo a cumplir
su segunda década de vida, carece desde hace años de un espacio físico propio
donde desarrollar su actividad. No es obstáculo ello, no obstante, para
producir regularmente actos institucionales cuyo exclusivo destinatario es la
comunidad. Espectáculos artísticos, presentación de libros, certámenes
literarios, concursos de cantores y cancionistas, proyección de películas y
videos, plenarios, encuentros de poetas y escritores se suceden
ininterrumpidamente a lo largo de un intenso año calendario y nunca falta un
organismo oficial o entidad amiga que nos abra de par en par sus puertas para
que podamos concretarlo.
Esto se dio nuevamente el pasado sábado 19
de Agosto y esta vez fue el Instituto Román Rosell quie brindó sus
instalaciones para que pudiésemos realizar allí el encuentro de poetas y
escritores “Héctor Negro”. Fue una hermosa jornada aunque las condiciones
climáticas que presentaba el día hacían presagiar lo contrario.
Cuando minutos después de las 17:00, hora
fijada para comenzar el encuentro se dejaba oir el tango emblema “De academia”
el salón lucía esmeradamente adecuado para concretar una reunión que ya se
vislumbraba sería especial, única, inolvidable…
En tales circunstancias no podía dejar de
agradecer a esta tradicional casa de San isidro en la que el Centro Cultural
hacía su debut absoluto en cuanto a actos institucionales se refiere y a las
prestigiosas presencias que poblaban la sala.
Entidades representativas del quehacer
cultural decían presente a través de sus máximos referentes como el Círculo de
Poetas de Boulogne, Sociedad Argentina de Escritores Zona Norte, Grupo
literario “Palabras vivas”, el propio Instituto Román Rosell que aportaba a la
reunión caracterizados poetas y escritores surgidos de su propio seno y acaso
el aporte del Centro Cultural con los trabajos de Laureano Castaño, Haydee
Margarita Sosa y alguno que pudiese aportar este cronista.
Sin embargo, este puntual día resigné
interpretar obras propias para iniciar la reunión con esa formidable “Teoría
sobre Gardel” formulada años atrás precisamente por Héctor Negro.
Después de esa necesaria cita de tan
magnífico poeta para que quienes acaso no lo conocían tuviesen una referencia
cierta de los quilates del bardo comenzó a desarrollarse la ronda de lecturas
por riguroso orden de llegada.
Una a una fueron dándose ellas donde
sobresalía la profunda atención que los presentes le conferían al ocasional
lector.
Ese intercambio cultural que sin duda
tiende a enriquecernos a todas y todos se prolongó hasta que el último de los
oradores hubo terminado su exposición.
Cabe acotar que los cuentos y poemas de la
mayoría de los no videntes que representaron al Instituto Román Rosell cobraron
vida en la voz de Verónica Peláez que les supo dar a cada uno de ellos el tono
justo para que pudiera apreciarse su hondo contenido.
Excepción hecha del señor Esteban
Caballero que con particular acento se encargó de ofrecernos su obra.
Por aquel cuestionamiento “amistoso” de
Negro en el comienzo mismo de su Teoría sobre Gardel: “Según versión de un
bardo, lo inventamos un día, pero esto no es creíble, nunca hay que fiarse de
poetas”, se me ocurrió cederle el derecho a réplica a Humberto Constantini,
obviamente el aludido por el hombre de Villa Ortuzar y recité su Gardel que los
presentes retribuyeron con aplausos.
La noche caía sobre esta parte del
conurbano cuando cerrábamos este grato encuentro que acaso perdurará en las
imágenes que capturó con su cámara Fernanda Cervera o en el recuerdo de esa
cálida despedida pródiga en besos, abrazos y apretones de manos que nos
tributamos quienes fuimos protagonistas de una velada extraordinaria, plena de
emociones y momentos gratos que fue el resultado lógico a muchas horas de
esfuerzo, tratando de planear las cosas para hacer la convocatoria pertinente,
lograr la disposición y colaboración incondicional de los dueños de casa,
diseñar los pergaminos que entregaríamos a los participantes como recuerdo de
su presencia y en superar esos imponderables que siempre surgen amenazando la
concreción de algún proyecto.
Evaluando ya el resultado llegaba el
momento de relajarse, de aflojar tensiones y disfrutar plenamente del rotundo
éxito obtenido por el encuentro de poetas y escritores “Héctor Negro” celebrado
en el viejo establecimiento de Tomkinson 2300.
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